En medio del eterno debate sobre si es o no el mejor álbum de Andrés Calamaro, surge una verdad indiscutible: ningún otro trabajo del cantante alcanzó semejante magnitud, desde su portada hasta los últimos compases de sus dos horas y veintiún minutos de duración. Al igual que Luis Alberto Spinetta compuso «Blues de Cris» y Charly García creó «Peperina», el artista encontró en el disco un lienzo para expresar todo el dolor generado por una aparente derrota sentimental, creando una obra que, a veinticinco años de su lanzamiento un 16 de abril de 1999, sigue siendo un pilar fundamental en la cultura del rock Argentino
El compositor reveló que este doble disco es el resultado de un año entero de trabajo, donde la composición y la grabación se convirtieron en un quehacer constante. Fue concebido entre los años 1998 y 1999, mientras, junto a su banda, deambulaba de ciudad en ciudad, de estudio en estudio, como parte de la gira de su álbum previo, Alta suciedad. Calamaro reconoció que, desde una perspectiva puramente técnica, podría “haber comprimido el proceso de grabación en tan solo una semana”. Sin embargo, reflexiona que, de haberlo hecho así, ese año habría sido “muy largo” en términos creativos y emocionales.
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